Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro fugaz,
pasado baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo es postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.



Miguel Hernández




Camous



La sincronía de tu voz y la mía llamando al amanecer, ambos descansando sobre el mismo sueño; la polifonía de metáforas escritas en nuestras dos historias, ambas sobre el mismo papel, que provocaban la atracción de una infinidad de melodías compuestas por bonitas palabras; la clarividencia adquirida con tu nombre como arma para dar respuesta a todas las preguntas que se cernían cada noche.

Todo se ha diluido. Todo ha sido dilapidado en un instante. Despierto, y ya tú no eres. Lo sé, no hay más. Tal vez mi opinión la hayan trocado en repentina las fotos que tú no me enseñaste, las palabras que no me dedicaste, la soberbia interpretación de tu personaje –el que sólo yo creé para ti-, la mirada de vacío que se coló, así, despiadada, modosita, en tu paraíso de astros azules, la técnica del subsuelo para hacer de ti un alguien anónimo que poblase mis recuerdos y nada más, la conjura de unos dioses que con su venda hicieron de mí rehén de fantasía. De nuevo.

Tu nombre ya no es el más lindo de todos los versos, tu imagen desaliñada ya no resalta, tu luz ha sido combatida por un reflejo, y sobre todo, la miel que unía cada uno de tus movimientos ha sido ahogada en el infinito. El universo de color que tu carta astral me mostraba, se ha vuelto repentinamente oscuro e inerte. Y no regresa a él mota alguna de luz. Me pregunto cómo. Me lamento. ¿Por qué? Queda reconocerse en los trozos de metáforas que ahora llenan la arena del suelo robándole tus huellas al viento. Queda saberse más libre al ser descifrado el enigma que vertía tanta magia alrededor, aun no queriendo advertirlo.

Panegírico que habitó y, por ello, se deshizo en mis manos.

El amor es un espejismo
.


El gato de Ossip



Me dices que esta mañana te has despertado extrañado porque yo no estaba contigo, en tu habitación desordenada, llena de servilletas desgajadas por una rosa y con un sillón negro que te regaló tu madre sobre el que reposa un albornoz siempre vacío. No sé qué quieres que te diga, hoy no me apetece hablar. Estoy cansada, agotada por el invierno que ha dejado huella en la suela de mi zapato con gotitas de arena, ¿o era el parque?, ¿o era el gato?

La mañana se deshace en un cálido reflejo, porque en este nido de antenas y edificios ni siquiera puedo ver el cielo, sólo espejos. Podría coger el coche e ir a verte, pero a ti te gustaría más verme escribiéndote una carta con pluma y tintero, llorando tu amarga huida a la guerra (como si fueses capaz de luchar por algo) o a alguna otra ciudad en busca de una miga de pan, escribirte versos mientras afuera llueve y decirte que cuando te tuviera conmigo te los susurraría al oído. Tal vez, mira, para qué te voy a engañar. Las sábanas no son de marca, ni falta que hace. El café sabe a pollo. Y no es la revolución lo que persigues, sino la tarjeta de crédito.

Tu nombre lo he olvidado porque se ha perdido entre mi colección de recuerdos. Quizá este envuelto por una ciudad bella, cuyas calles recorrimos de la mano cuando una estrella anidaba en nuestra cama, quizá por un rostro anónimo, y con suerte aún tenga pegado uno de esos pocos besos blancos que me dejaste al amanecer. Sí, extrañado. Otros días te fuiste cuando yo aún dormía. Qué paseo anoche con tu ausencia a mi lado. Pero la realidad a veces da mil vueltas. Y yo sola no puedo desenredar este nudo.



M.

Agujeros que se rompen
y
c
a
e
n
al suelo pálido,
al vacío,
tumbas:
una verja nos separa del sueño.

Libertad.

Tu nombre, pájaro en el cielo
volando
emergiendo
-del infierno al cielo-
e
m
o
d
n
é
i
c
e
r
c




de lirio en ceniza
y versos

- soplo -

del alma envuelta con un sobre
y sello
- soplo -

de la mirada del infierno
a trazos

y en horas grises
surge tu dibujo en color
tiznando

- soplando -

sopla
hado

Voz a medias

Qué lunas procuran esta noche
tu descanso
o tu descenso
al mar oscuro donde nadan los sueños,
en qué planeta habitan esas manos
que cubran tu espalda
acariciándola
cual terciopelo,

enamorado:
habito en tu nombre,
tu reflejo se deshace en mis ojos,
tu voz crepita en mis recuerdos,
y sólo nace en mí el deseo
de perderme por tu cuerpo.


Certidumbre (ex-ante)

Tarde lluviosa. ¿Cómo puedo estar soñando en medio de la melancolía que recorre cada adoquín de la calle, cada niño callado en el patio de un colegio, vidas mojadas, alicaídas, cada paraguas aparcado en este inmenso día desierto de alegría? ¿Cómo puedo imaginar, tropezarme con mis pensamientos, con las sensaciones exaltadas y con la esperanza desde la que te llamo hoy? ¿Cómo es que aún no he sucumbido a este paraíso anunciado que es la decadencia de un sol desaparecido afuera, inalcanzable, pero que retumba desde dentro del alma iluminando mi precioso crepúsculo?
Tus manos están lejos, pero las siento sobre las mías a cada instante, dándome fuerza, tocando todo lo que yo toco. Tus palabras son de muchos otros que te escucharán hablar. Y es ahora cuando las lágrimas de felicidad que caen por mi rostro te suplican que las limpies con tus besos... cuando regreses.

Anochece bajo el gris, y yo estoy prendida de tu azul. Porque estás en mí. No hay más respuestas. Ya te has hecho con tu trono, con esta morada construida con delicadeza por y para ti, para que respires, e ilumines desde tu aliento dulce cada tierna inspiración. Para que te muevas y me muevas con tu pulso. Para que me lleves como me llevas, iluminando las bifurcaciones a mi paso, perfumando las mañanas, pintándome los techos a mi paso que, ay, si miguel ángel los viera, moldeando los duros asfaltos, pues contigo parecen algodones ampulosos. Atraviesas transparente la oscuridad que mi cuerpo miedoso no se atreve a explorar, relajándome cuando tiemblo, susurrando sinfonías con tu vaho cuando el ruido retuerce mis oídos, reflejándote en mi vida, en mis sábanas, en mi almohada, en mi ventana, en mi persiana, en mi planta, en mi estantería, en mis tacones, en mis libros, en mi manta, en mis calles, en mi lápiz, en mi reloj, en mi profesor, en mi volante, en mi mar, en mi aire, en mi tenedor, en mi cama, en mi ropa, en mi piel, en mi cabeza, en mi amor, en mi palpitar, en mi alma.

Porque vives, porque eres mi realidad, y lucharé por enriquecer mi cuerpo de tu aroma y mis ojos de tu mirada. Ahora dejo escapar uno de esos miles de besos azules que te daré un día cualquiera, posiblemente cuando nos sorprendan desayunando a lo alto de una nube, como te gusta imaginar. Sabiéndome certeza en este anhelo mío de tenerte cerca para reírme y sentirte bajo la lluvia, en el gris, en el azul, al despertar, al morir, al amarte, hoy, mañana, todos los días...,
mi alma libre.