Rotos

Y se apagó la oscuridad...

"Cuando, al volver la esquina, un día como tantos, nos zarandea el ventarrón de la tragedia, las palabras caducan y no hay otro refugio que esa tierra de nadie por la que serpentean las hondas cicatrices del silencio."

(encontrado en un recorte de periódico)




...
Luz apagada, enferma, insalvables
distancias.
La luna no puede mirar atrás,
Y el sol te duele, deja de soñar,
Para todo lo demás, goma de borrar,
¿recuerdas?
Es tarde para preguntarte dónde estás...

Estoy hundida. Estoy absolutamente hundida. Y sin zapatos. Un grito de socorro no sería suficiente, porque gritar no puedo. Incluso una miga de pan naufragaría en mi estómago, y no sólo eso, iría a la deriva en mi propia alma, como va mi alma por sí misma. Siento que el tren se me ha escapado hace ya mucho tiempo, y nadie me oye. Y nadie me observa. Invisible es poco. Invidente, también. Aunque en un ejercicio de súplica infinita, ese vagón frenara, y pasase de vuelta a recogerme, nada me impediría volver a bajarme en la siguiente parada, o incluso lanzarme en movimiento para huir del ardor de su interior. Desamparada, desprotegida, deshecha. Y lo recuerdo, no creas que no: no habrá amigas, pero habrá un solo amigo; no habrá un solo amigo, pero habrá amigas muchas. Nada de nada, por ahora. Hay que jorwelliarse. Pues bien, aquí me tienes. Ahora o nunca. Arrójame a lo oscuro si es preciso, sácame de la vida si también. Tú mandas, ni diez mil molinos serían suficientes para mover mi ánimo y hacerlo volar. Estoy amarrada a una tierra sin nombre, a un paraje desorientado y clavándome las puntas de la hierba que piso. Esto es irresistible. Ni un ciclista dopado podría soportarlo más. Las puertas golpean unas con otras. Como las personas. Yo siempre en el medio, como una especie de cachivache trabucado que va de unas manos a otras sin comerlo ni beberlo. He comenzado a dudar de mi existencia; de existir, a alguien al menos daría lástima. Y ni eso.

Leer, para no sentir nada.

Escribir, para caducar antes.

Estudiar, para no aprobar sino siendo una completa ignorante que mastique la dosis del otro y sin rechistar

Mirar, para ver caer por la mejilla una lágrima.

Escuchar, para querer huir espantada, y no poder.

Oler, para ya no oler.

Respirar, para seguir viviendo.

Trabajar, para morir atada.

Ayudar, para pasar desapercibida siempre, y estropear más aún el mundo.

Esperar no cabe, ni temer.

Huir, para volver al mismo sitio.

Llorar, para remover este hoyo, hacerlo más profundo, mancharme, y dejarlo reblandecido.

Sonreír, ¿cómo?

Descalza sigo. Más abajo que al inicio de este despropósito sentimental que escribo. El teléfono no suena. Creo que no tengo espacio libre que ocupar, o al menos no lo encuentro porque soy inútil y pienso demasiado. Y además me desmerezco a mí misma de este modo y manera. Debería poner punto y final, cambiar de hoja, y comenzar a halagarme como fuera. Pero no sería yo. Yo soy ésta, o no lo soy, mejor dicho. ¿Cómo ser algo que nadie proyecta en mí porque nadie siente en sí como yo? Quizá estés ahí. Hazlo cuanto antes, o seguiré lamentándome. Y lamentándote. Obcecada con el ayer, y sin mañana. Extraviada junto al aire que llena mi propio hueco superficial. Y hundida. Al completo.
***

...Recortes que quemé un otro siete de julio de dos mil seis.
No era yo.
Y con el atardecer de ese día, se cerró la prehistoria.
Nada más recuerdo de entonces.
DE PRONTO SURGIÓ EL COLOR.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cómo se hunde uno por completo?

Creo que extraviarse no acaba nunca. El abismo no tiene límites. ¡Pero es que soy un optimista!

o s a k a dijo...

vivir, para morir cada día

fin de partida, que diría S.Beckett